jueves, 25 de agosto de 2011

ESTAMOS SOLOS

Hay tantas veces en la vida en que uno no sabe qué hacer… Cómo reaccionar ante tal o cual comentario, cómo actuar con ciertas personas, cómo hacer frente a una situación. Las posibilidades son infinitas. Y se repite la pregunta: ¿qué hago?

Ante la impotencia, me da por soñar con una guía adaptada de soluciones (es estúpido, lo sé) o con alguien que con su sabiduría me pueda aconsejar. A veces incluso existe esa persona, y aunque no me dé la clave, me ayuda. Ya es mucho. 

Pero la verdadera decisión recae sobre mí. De hecho, cuando alguien se toma la molestia de reflexionar sobre mi situación para luego recomendarme qué debo hacer, no me sirve. Y sin embargo, la ausencia de esa ayuda me angustia. ¿Eterna insatisfecha? No. Es algo más complejo aún –si cabe. O muy sencillo: estamos solos.

jueves, 14 de julio de 2011

EXTRATERREIDAD O VIENTO ZONDA

(Claudio Gutiérrez / Los Andes)
Ramas caídas, hojas arrojadas deliberadamente, polvo, tierra, bochorno… El viento Zonda ha bajado y está entre nosotros. A muchos los altera: les duele la cabeza, se les reseca la garganta y hasta les baja la presión. Incluso está comprobado que hay más accidentes de tráfico por el nerviosismo que provoca. A la mayoría nos recluye en casa. Y sin embargo, estamos en pleno invierno y hace calor. En apenas unas horas la temperatura ha aumentado casi 20º.

Este particular fenómeno es un viento caliente y seco que sopla en el occidente de la Argentina. Y según he leído es similar al fohen de los Alpes Europeos, al chinook de las Montañas Rocosas en Estados Unidos y Canadá, al berg-wind de Sudáfrica o al norwesterly de Nueva Zelanda. El viento Zonda se produce por el ascenso de aire húmedo desde el Océano Pacífico. En su origen es un viento frío, que trepa por la Cordillera de Los Andes para bajar después al llano del oeste argentino. Durante ese descenso gana temperatura y nos llega, como hoy a Mendoza, arrastrando todo tipo de suciedad.

Recuerdo que la primera vez que viví un viento Zonda me quedé absorta contemplando el cielo y la extraña luz que emanaba. Blanca al principio, luego naranja. Y terminó tornándose azul pitufo cuando cayó la noche. Fue entonces cuando sentí la extraterreidad, la sensación de estar en Marte o en cualquier sitio, menos en la Tierra. Ni siquiera sabía que había que cerrar las ventanas. Al contrario, hacía tanto calor que las mantuve abiertas a cal y canto.   

Ahora ya sé que el Zonda barre las calles incluso de gente y repercute en las actividades cotidianas. Hoy ni siquiera las selecciones de Chile y Perú, que se encuentran en la provincia por la Copa América, han podido entrenar. El motivo: el viento Zonda y las ráfagas de más de 75km/h que ha traído consigo. Y lo peor de todo es el después… Porque una vez se va, regresa el frío; la cruda realidad invernal. Fin de la extraterreidad.

lunes, 4 de julio de 2011

¿ATENTADO EN TAILANDIA?

Hoy he visto que varios canales de televisión daban la noticia de un atentado ocurrido el viernes en Narathiwat, en el sur de Tailandia. Los periodistas apenas hablaban del hecho en sí, limitándose a mostrar las impactantes imágenes. Y es que las cámaras de seguridad habían captado el instante en que explotaba un coche, justo cuando un experto en bombas inspeccionaba el vehículo sospechoso. De la víctima solo se decía que había logrado sobrevivir –dato igualmente impactante- y se “deducía” que estaría grave.

Poco importaba hablar de la autoría del atentado, que ciertamente aún no ha sido reivindicado, o del parte médico del especialista, que en realidad sufrió lesiones leves. Mucho menos relevante es, parece, que el lamentable hecho se produjera dos días antes de las elecciones generales en Tailandia.

Es verdad que en televisión prima la imagen y que los tiempos a menudo no dan margen para contextualizar en profundidad las noticias. Pero entre eso y la falta de rigor periodístico que he presenciado hoy hay un abismo.

A propósito del tema, me he acordado de una asignatura que cursé en París llamada “Les médias et l’indifférence” (“Los medios y la indiferencia”). En ella, tratamos sobre cómo los medios, al mostrar de forma constante y descontextualizada hechos violentos, terminan generando en las personas una absoluta indiferencia.

El riesgo que corremos entonces es terminar por banalizarlo todo, olvidándonos de que los periodistas tenemos la responsabilidad de ofrecer herramientas para que el televidente comprenda mejor la realidad que lo rodea. En un noticiero, sobre todo cuando se trata de temas serios, la gente espera eso, noticias. No una charla de café que ya puede mantener con sus amigos, vecinos o familiares. Y aunque existe una agenda de temas que también nos condiciona, está en cada uno decidir si llevamos eso a las últimas consecuencias. Dicho de otro modo: si adaptamos el periodismo al medio televisivo o si convertimos a ambos en un circo.

lunes, 20 de junio de 2011

EN LA INTIMIDAD DE MENDOZA

Creo que nunca he visto una ciudad tan frondosa como Mendoza. Uno tarda cierto tiempo en comprender cómo puede haber tantos árboles en este lugar, ubicado en el desierto. Solo se puede explicar a través de un aprovechamiento inteligente de los recursos, que ha hecho de esta hermosa localidad, un vergel.

La zona donde está fundada presenta un clima semidesértico y su provisión de agua únicamente es posible en los oasis, donde los ríos que bajan de las cumbres de la cordillera de Los Andes derraman sus torrentes de agua. Para asegurar su llegada a toda la urbe, se construyeron acequias, ese elemento tan característico de Mendoza, encargadas de regar los árboles a los costados de las calles.

El resultado es un paisaje lleno de verde que culmina con un parque artificial de más de 500 hectáreas y que lleva el nombre del venerado Libertador de América, el General San Martín.

Cuando uno pasea por la calle, se siente siempre observado por todos esos árboles, que se abrazan por encima de las cabezas de los transeúntes. Hay que admitir que le brindan un toque distinguido a esta ciudad burguesa. Pero además dan oxígeno y crean un manto protector durante el tórrido verano.

Si hablamos de cómo escapar de las altas temperaturas, los mendocinos han desarrollado un mecanismo mucho más eficaz: la siesta. Esa actividad de poco desgaste físico que le permite a uno permanecer en su cama en las primeras horas de la tarde. No les falta razón y no se les puede acusar de vagos: precisamente después de comer, entre las dos y las cinco, es cuando hace más calor. Y la vida se hace imposible en el exterior. Como el verano es largo y a la siesta se le agarra el gusto rápido, la costumbre se extiende durante todo el año y es una de las etapas del día: “Iré a tu casa en la siesta”, como quien dice “por la mañana” o “por la noche”. Además, todos saben que en ese horario las calles están desiertas y los comercios, es evidente: cerrados.

Los mendocinos son amables y es fácil interactuar con ellos. Como sucede en buena parte de América del Sur, aquí a la gente todavía le preocupa el ser humano que tiene al lado; todavía se miran a los ojos. Por eso, si alguna vez te subes al micro y te falta una moneda, como me pasó una vez, no solo habrá alguien que repare en ello sino que probablemente te ofrecerá ayuda.

Cabe destacar a algunas figuras típicas del paisaje mendocino: el cafetero, el lustra zapatos, la “floristera” e incluso los verduleros. El primero es el que más madruga, pues la ciudad empieza a despertarse a las seis de la mañana y ya entonces hay quien necesita de un buen café calentito para arrancar la jornada. Por lo general, el cafetero también tiene facturas y te vende ambas cosas por dos o tres pesos. Tan característica es su presencia, que en el noticiero donde trabajo hemos hecho varias conexiones con Carlitos, uno de muchos, que ha llegado incluso a cantar en vivo para nosotros. Todo un personaje.

La relación entre el lustra zapatos y sus clientes también es digna de mención. Ubicados en las calles más céntricas, como la Peatonal o la avenida San Martín, siempre se les ve charlando animadamente con los señores a quienes les abrillantan el calzado. La escena, si uno se para a pensarla, es curiosa: un señor arrodillado a los pies de otro. Una jerarquía muy gráfica que sin embargo no parece interponerse en la conversación. Y me aventuro a afirmar que se genera un gran vínculo entre ambos.

Las flores y las verduras también colorean el paisaje. Yo tengo una relación amistosa con la verdulera de la esquina de mi casa. Y sé que cuando paso un tiempo sin ir se preocupa, ya sea porque no sabe de mí; ya sea porque teme que le compre a otra. Cuando voy siempre charlamos un rato y me cuenta cómo toda la familia se turna para trabajar en el puestito, situado en la calle Belgrano, y poder mantenerlo abierto desde bien temprano hasta pasadas las nueve de la noche. Recuerdo también cuando volvió de las vacaciones y me explicó cómo todos se acomodaron para hacer planes que fueran atractivos tanto para ella y su marido como para sus hijos, de edades variadas. Me enternecen profundamente estas historias de familia unida y el brillo de sus ojos cuando me las relata. Y me sigue sorprendiendo cuando no me cobra un ramillete de albahaca, porque de donde yo vengo te hacen pagar hasta por el aire que respiras… 

Las imponentes montañas a lo lejos; el huemante olor del asado -exquisito-; el placer de paladear un buen Malbec o un Cabernet, según el gusto; las empanadas crujientes… Son retazos de una Mendoza y de sus gentes, que me han abierto sus puertas y me han acogido como a una hija. El agradecimiento es profundo y sé que siempre llevaré conmigo a esta tierra.

lunes, 6 de junio de 2011

LA INDIGNACIÓN ESPAÑOLA


El 15 de mayo comenzó en España un movimiento de descontento político, social y económico cuya fuerza ha traspasado ya las fronteras de ese país y se extiende como un polvorín por Europa.

La spanish revolution o primavera española surge en un contexto de crisis internacional, que ha puesto de manifiesto que el sistema capitalista actual no funciona. Al menos, no para la mayoría. En el caso español, la salida de la crisis está siendo más lenta porque a las problemáticas comunes con otras potencias, se le han añadido los efectos del fin de la burbuja inmobiliaria, en un país cuyo crecimiento económico estaba basado en el ladrillo.

El panorama no hace pensar en una recuperación a corto plazo. Los españoles ya venían observando la gravedad de la situación, sumada a la torpeza de la clase política. Los ciudadanos se han sentido abusados por un Gobierno que ha preferido recortar en gastos sociales antes que en ayudas económico financieras para los banqueros. Aunque el partido oficialista se diga de centro-izquierda. La desconfianza y el alejamiento de la ciudadanía respecto a la política no han hecho más que acentuarse en los últimos años.

Los casos de corrupción tampoco han faltado. Y quienes presuntamente los han cometido siguen en el poder beneficiándose de sueldos pomposos mientras la clase trabajadora ve desplomarse su economía familiar. Los últimos datos sobre el desempleo fueron la gota que colmó el vaso. Hay cinco millones de personas sin trabajo. Y repercute de forma especial entre los jóvenes: más del 40% carece de empleo.

Son esos jóvenes quienes impulsaron el movimiento 15M, una semana antes de las elecciones municipales y autonómicas en España. Lo que empezó como una manifestación se convirtió en una acampada, y se sumaron otros sectores de la sociedad. El movimiento cobró fuerza, tanto en número como en ideas. Y sucedió lo esperable: una vez finalizados los comicios, con una rotunda victoria de la derecha, miles de personas continuaron concentradas en las plazas de las principales ciudades del país. Y es que su rechazo va dirigido a la clase política como tal, no a un partido en concreto.

Los indignados cada vez están más organizados. Se reúnen en asambleas casi diarias donde defienden sus ideales y, mediante el consenso, elaboran poco a poco una serie de propuestas. Lograr su aplicación en lo inmediato es poco probable; cumplirlas todas, imposible. Pero el germen ya está en todos nosotros y la voluntad de cambio se impone al conformismo que reinaba hasta ahora. Una vez terminen las acampadas, el objetivo es que las asambleas se trasladen a los barrios y se genere un movimiento vecinal que continúe con la labor, algo que ya está ocurriendo en Madrid y Barcelona.

No se trata de personas antisistema, quieren reformarlo activamente. Para ello, sus principales demandas son la generación de empleo, una ley de Vivienda digna, cambios en la Ley Electoral y un sistema democrático más participativo. Se llaman a sí mismos indignados, una palabra que contiene a otra: dignidad. Eso piden.   

domingo, 8 de mayo de 2011

EL PODER NARCÓTICO DE LAS IMÁGENES

Hoy se cumple una semana desde que Estados Unidos anunciara que había matado a Bin Laden. Sin embargo, hay muchos que todavía se muestran incrédulos al respecto porque, se quejan, no se han difundido imágenes del cadáver. Desde Pakistán hasta Mendoza, donde resido, muchas personas exigen a Washington la difusión de esa prueba gráfica que, deduzco, les haría creer en la veracidad de la muerte  del líder de Al Qaeda.

Me cuesta comprender la obsesión de la gente por las imágenes. Como si fueran la prueba última y reveladora de la realidad. Una postura que se resume en la popular frase “Una imagen vale más que mil palabras”. Personalmente, no siempre comparto esa máxima, porque para mí las imágenes tienden a reducir hechos complejos a una sola expresión, la gráfica. Algo que como explicaba el gran periodista Ryszard Kapuscinski en su libro “Viajes con Heródoto” simplifica enormemente nuestra capacidad de reflexión. Nos contentamos con una foto y se convierte en la única realidad, sin que analicemos otros factores. De ahí el efecto narcótico o de adormecimiento mental que, en mi opinión, muchas veces generan las imágenes.

Volviendo al caso de la muerte de Bin Laden, el presidente Barack Obama aseguró que se realizaron pruebas de ADN del cadáver y pruebas de reconocimiento facial que confirmaron que era él. Además del reconocimiento in situ de una de sus mujeres, que se encontraba en la residencia de Abottabad durante el asalto de las Navy Seals. Pero para la gente no es suficiente. Necesitan como prueba una foto. Y no parece que eso vaya a ocurrir a menos que haya una filtración (¡oh, Wikileaks!). Obama ya anunció que no se difundirán imágenes. Eso sí, para calmar un poco las ansias de quienes las reclaman, ayer se divulgaron varios videos caseros pertenecientes a Bin Laden y que forman parte del material incautado por Estados Unidos en la residencia de Pakistán.

Por un lado, me horroriza el morbo de quienes quieren ver a un hombre muerto. Parece que ya nada nos impresiona, nada satisface nuestra sed de carroña. Pero lo más curioso del caso es que al día siguiente del asesinato de Osama, una agencia internacional de noticias difundió una supuesta foto de su cadáver que a las pocas horas se supo que era un fotomontaje de hacía dos años. Un hecho que debería de haber desacreditado, en parte, a las imágenes, al comprobarse que su autenticidad no siempre está asegurada.

Ése es el tema. El discurso puede estar corrompido al igual que las imágenes. Ni el uno ni las otras nos deben de conformar. Y lo que para mí es claro es que si queremos comprender bien una realidad, sea la que sea, debemos de contrastar informaciones y, en ese sentido, el poder de la palabra es ineludible. No nos dejemos narcotizar con las imágenes. 

martes, 5 de abril de 2011

BODA MÚLTIPLE EN ARGENTINA, NO ES CASUALIDAD


Existen gustos muy diversos sobre cómo celebrar una boda. Un día tan importante para muchos como insignificante para otros. Los hay que optan por una fiesta a lo grande; o al contrario, por una celebración discreta. Pero en nuestra cultura europea, cada vez más individualista, resulta extraño imaginar una boda conjunta.

No parece ser así en la provincia de Mendoza, en el oeste de Argentina, donde se han casado nada más y nada menos que 20 parejas de forma simultánea. 20 historias de amor, 40 vidas, decenas de familiares y amigos reunidos en un mismo día y un mismo lugar. La iniciativa partió también de una pareja, en este caso de dos miembros de la iglesia evangélica pentecostal.

Lo más curioso del caso es que las parejas que han contraído matrimonio no se conocían entre sí. Lo único que compartían era la voluntad de sellar su amor “bajo la bendición de Dios”. Ese era precisamente el lema de la convocatoria, que no hacía distinciones y fue lanzada para todas las religiones.  

Se trata de un hecho poco común. Pero responde a una cultura subyacente, la argentina, que incita y fomenta lo grupal. En buena parte es por este motivo que el fútbol se vive tanto en el país. Toda una comunidad disfruta, en grupo, de lo que a su vez hace otro grupo: los once jugadores. En la cotidianeidad misma observamos este rasgo. Quedar para comer un asado –carne a la parrilla- es la excusa para una reunión semanal con la familia y/o amigos. La carne es tan importante, como producto nacional y como elemento aglutinador, que hasta forma parte de la canasta básica.

Tampoco es casualidad que las familias se vean mucho más a menudo que en los países europeos. Lo mismo sucede con los amigos. Además, la relación se desarrolla de una manera que a nosotros nos podría parecer “intrusiva”. Y es que el concepto de intimidad que tan arraigado está en nuestra cultura, en Argentina no existe como tal. Es normal, por ejemplo, que alguien toque el timbre de tu casa sin avisar previamente. Y a la mayoría le parece ridículo tener que “coordinar” un encuentro.

El amor al grupo y el temor a perderlo es tal que es habitual entre los jóvenes designar el viernes como día de salida con los amigos y el sábado, para las parejas. Así se aseguran que nadie “desaparezca” – debilitando al grupo- a causa de tener un novio o una novia.

Claro está, por la misma regla de tres, los argentinos también saben compartir más y mejor. No existe el “¿Tienes una galleta?”, “No, me queda solo una”. Porque lo que hay se reparte.

Como las parejas de Mendoza, que ni siquiera se conocían y de ahora en adelante compartirán para siempre el día en que dijeron: “Sí, quiero”. Los organizadores ya lo han confirmado. La convocatoria sigue abierta para otros grupos interesados.