domingo, 8 de mayo de 2011

EL PODER NARCÓTICO DE LAS IMÁGENES

Hoy se cumple una semana desde que Estados Unidos anunciara que había matado a Bin Laden. Sin embargo, hay muchos que todavía se muestran incrédulos al respecto porque, se quejan, no se han difundido imágenes del cadáver. Desde Pakistán hasta Mendoza, donde resido, muchas personas exigen a Washington la difusión de esa prueba gráfica que, deduzco, les haría creer en la veracidad de la muerte  del líder de Al Qaeda.

Me cuesta comprender la obsesión de la gente por las imágenes. Como si fueran la prueba última y reveladora de la realidad. Una postura que se resume en la popular frase “Una imagen vale más que mil palabras”. Personalmente, no siempre comparto esa máxima, porque para mí las imágenes tienden a reducir hechos complejos a una sola expresión, la gráfica. Algo que como explicaba el gran periodista Ryszard Kapuscinski en su libro “Viajes con Heródoto” simplifica enormemente nuestra capacidad de reflexión. Nos contentamos con una foto y se convierte en la única realidad, sin que analicemos otros factores. De ahí el efecto narcótico o de adormecimiento mental que, en mi opinión, muchas veces generan las imágenes.

Volviendo al caso de la muerte de Bin Laden, el presidente Barack Obama aseguró que se realizaron pruebas de ADN del cadáver y pruebas de reconocimiento facial que confirmaron que era él. Además del reconocimiento in situ de una de sus mujeres, que se encontraba en la residencia de Abottabad durante el asalto de las Navy Seals. Pero para la gente no es suficiente. Necesitan como prueba una foto. Y no parece que eso vaya a ocurrir a menos que haya una filtración (¡oh, Wikileaks!). Obama ya anunció que no se difundirán imágenes. Eso sí, para calmar un poco las ansias de quienes las reclaman, ayer se divulgaron varios videos caseros pertenecientes a Bin Laden y que forman parte del material incautado por Estados Unidos en la residencia de Pakistán.

Por un lado, me horroriza el morbo de quienes quieren ver a un hombre muerto. Parece que ya nada nos impresiona, nada satisface nuestra sed de carroña. Pero lo más curioso del caso es que al día siguiente del asesinato de Osama, una agencia internacional de noticias difundió una supuesta foto de su cadáver que a las pocas horas se supo que era un fotomontaje de hacía dos años. Un hecho que debería de haber desacreditado, en parte, a las imágenes, al comprobarse que su autenticidad no siempre está asegurada.

Ése es el tema. El discurso puede estar corrompido al igual que las imágenes. Ni el uno ni las otras nos deben de conformar. Y lo que para mí es claro es que si queremos comprender bien una realidad, sea la que sea, debemos de contrastar informaciones y, en ese sentido, el poder de la palabra es ineludible. No nos dejemos narcotizar con las imágenes. 

2 comentarios:

  1. ¡Me encanta tu visión y como te expresas! Te seguiré, ¡always!, amiga mía.

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  2. Verita!
    Veo que el día de mi cumpleaños te dio para una buena reflexión...!!!
    Que sepas que aún tienes un admirador en el Vallès, aunque sea por twiter!
    Un besazo

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